domingo, 22 de septiembre de 2013




DIÁLOGOS CON AMALIA
Hoy, no tengo ganas de llamarla a mi amiga. Y muy probablemente, no le permita que ingrese, como suele hacerlo ella; así de prepo nomas.
Últimamente me pasé las horas “libres”, pensando, meditando, y sobre todo leyendo. Haciendo evaluaciones…
En el transcurso del tiempo-espacio, en el cual estoy encerta, (aunque a veces me escapo), no me queda la menor duda, de que cuando años atrás, afirmaba, que para mí, si estamos compuestos de polvo de estrellas, no podíamos estar solos, y tan lejos, unos de los otros. Además, somos tan torpes, que nos rozamos a diario y no lo percatan, porque yo, no es que me crea más, que otros, pero si lo percibo. Noto distanciamiento, cuando los sonido que emitimos, a nuestro alrededor o internos, cuando nos salimos, de los centro armonizados, por… ¿?… no estar bien fortalecidos, o porque alguna energía negativa, se lanzo con todas, hacia esta cadena multicolor, disminuyendo la calibrada gama de colores, o deformando el pentagrama, con el que, entre minerales y… está hecha nuestra esencia para transitar y evolucionar, en las fases que nos faltan…
En mi balanza estelar, donde debo estar calibrada, de manera que todo converja, en el punto creador, haciendo silencio y meditación, aun teniendo los parpados cerrados, de este cuerpo material, para poder proyectarme al más allá, y llegar punto, puerto final, existen aun, hay, puentes oscuros, y sinuosos camino emergiendo, brotando, de las negras sombras. Dejándote llevar por las ansias de avanzar, llegas a poner un pié descuidadamente, distraídamente en alguno de ellos, caes al vacio, inexorablemente. Vacio desconocido, donde hay seguro existencia ¿Pero de qué tipo? Ante tantas posibles, versiones, tanta variedad de contrastes que se podían descubrir, revelarse ante mí. Misterios de la existencia, de luces y sombras. Mi intuición levemente me insinuó, que era el momento justo para nadar hacia la superficie y continuar en otro momento.
Acá llovía y llovía sin parar. El sonido de las moléculas, que tocaban su profunda melodía acuática, dibujando en cada gota historias de amor, de vida, donde siempre estas presente vos.
Somos las almas gemelas. Que recién al final del recorrido, cuando ambas, hayamos llevado a cabo, la misión encomendada ¡Por fin! Estaremos juntos, para toda la eternidad. Mientras tanto seguiremos encontrarnos, en el soplo del céfiro, en la fotosíntesis del sol, que entra con la alborada, a través de los cristales del salón, o en el mar, al penetrar en él, nuestros cuerpos, invisibles y no, se unen. Latidos entre vos y yo…