domingo, 30 de enero de 2011

DESTINO

Una gran luz se proyecto sobre mi cabeza. Indefinible reflector de la naturaleza. Sumiendo en sutil misterio el ambiente.

¡Ah!. Si yo pudiera al “muso”, genio inspirador, gallardo, pleno, tenerlo de forma tal, que en el momento que quisiera, como este, retenerlo, cual nacen de los surtidores, las vertientes en las plazas centrales, en las antiguas ciudades de oriente.

En vez de llenar grandes cantaros. Dejar deslizar al líquido elemento, suavemente, sobre marfileños papiros, convirtiendo el caudal en libre pensamiento.

Fuente medular, plantada ahí. Donde sentado al borde, el caminante, a grandes sorbos bebe. Bebe y bebe, intentando así, de esta manera, calmar, aplacar su sed. Refrescando, vivificando el cuerpo y el alma. Dándole una tregua a la adversidad que…empolva y seca.

Manantial abundante de la existencia misma, donde emerge, fluye, envuelve, el origen.

Origen, principio de donde vienen las cosas. Surtidor exclusivo del Big Bang.

Es que el joven en alocada y vertiginosa carrera, sin miedo al vértigo, había perdido el vestigio.

Más encontró la veta. Trovador y poeta, hizo trizas la vida.

Claro, había perdido la senda. Inconsolable, apesadumbrado, desfalleciente, se sentó al borde de la alberca en busca de paz. Mas el soplo divino, lo devolvió a la vida.

Contumaz viajero, montara en apacible corcel, que abreva en sabias aguas. Pegaso, él y la musa indómita, iniciaron vuelo hacia la cuenta regresiva, para encontrarse con las doncellas de la primavera, alegoría tan bellamente expresada por el magistral pincel de Botticelli.

Sumida estaba imaginariamente en el tiempo. En la medieval Florencia 1478 con Sandro Di Mariano. Con sus nítidas líneas y frescura de tonos. Seguidor incansable de Savonarola, discípulo de Lippi y de Verrocchio. ¡Ah! Sandro Di Mariano, Botticelli…que murió en el olvido. ¡Ironías de la vida. Mi “Muso” inspirador me había envuelto con los vahos del sueño.

Más…el rayo del sol, toco mi frente. Desperté. No sentada al borde de la fuente, sino plácidamente en mi sillón. Rodeada por el esplendor de los rojos, verdes, amarrillos, y celestes. La Creación. Plantas, flores y el sonido del pájaro cantor.

Resonando aún en mis oídos el eco de tu voz. De tu fuerte voz. Tu voz, vos y tu destino….

Para y por vos, leeré en momentos más, un poema y pondré música.

LATIDOS: POR UN MUNDO MEJOR. SOLOS NO PODEMOS. TE NECESIMOS A VOS.

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