domingo, 27 de abril de 2014

Tarde estival… llueve copiosamente sobre la ciudad. Las gotas tejen a gran velocidad, encaje acuoso, sobre los cristales, trasmutando dibujadas filigranas, en milésimas de segundo…velocidad de Eolo. Él, Rey de los vientos. Inteligente e ingenioso… también justo y piadoso, según la Mitología Griega, era el causante de la metamorfosis del entramado, hecho de agua- viento. El sonido de la ventisca correteando libremente, entre el follaje semi agreste, proporcionaría la sensación de soledad abrumadora¸ si hubiera sido de noche; más no, era vespertina. Ideal para, en días como este, activar el fuego de la memoria, y entrar en calor con los recuerdos, quizás congelados en el tiempo. Vida. Comenzar el largo o corto viaje, como usted prefiera, hacia aquellas épocas no olvidadas, simplemente, archivadas. Y en jornadas como hoy, desempolvorarlos. A veces resulta cansador, pesado, difícil, llegar hasta ellos. Lleva algún tiempo, pero una vez en el punto, navegamos viento en popa, y poco a poco la travesía se hace con menos zozobras. Deslizándonos más plácidamente. Sobre todo si sabemos que al llegar al puerto, hay alguien en la dársena, que espera. Fin del recorrido. Hermoso regreso. El cielo sigue gris. De a ratos… no llueve. El viento disminuyó su juguetón correteo, con la madre naturaleza. No mucho, pero no con el ímpetu, intensidad anterior. Mi mirada se extiende en derredor. El camino esta anegado. Se hunden los pies en la tierra fangosa, transformándolos en artesanales botas. Me gusta chapalear en el barro. Estar en contacto con la materia, amasándola. En esta oportunidad lo disfruto. Algunas lagunitas cristalinas y serenas, han quedado, formadas por la torrencial lluvia, que en verdad, caía a raudales. Un día antes Febo, el sol, nos asaba a fuego lento y hoy a la inversa. Lo que me hace pensar, lo pequeño que somos y lo indefensos que estamos. “Los hombres”, si entre comillas, algunos, no todos, se creen dioses, soberbios, omnipotentes, y una movida de pieza, en el ajedrez de la existencia, entre Eolo y Febo, viento y sol, nos demuestra lo contrario. Auditivamente percibo el concierto de la llovizna, tenaz, persistente. Ahora me pregunto ¿Esto seguirá así hasta mañana o pasado…? Quizás… ¿Quién los detiene? ¿Usted? ¿Yo? No. Solamente Él. Tal vez alguno distraído pregunta ¿Y el recuerdo? Y Yo le contestaría: Entorne los parpados y de rienda suelta al pensamiento, elucubre con la imaginación y el material que le he dado en letras, y vera como lo encuentra. LATIDOS ENTRE VOS Y YO: Por un mundo mejor. Sola/o no podemos. Te necesitamos a vos ¿Te unís?

No hay comentarios:

Publicar un comentario